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martes

Conmorir...



Ella tenía un gato. Él un canario.

Ellos se enamoraron en un bar... un sábado cualquiera de otoño...

Ella vivía en un departamento en la zona sur. Él, en un casa en el microcentro.

¿Para qué vivir separados si podemos hacerlo juntos?, se preguntaron.

Y con más de 45 ambos emprendieron, por primera vez, la aventura de vivir con otro... 

Convivir

Si hay amor todo se puede, decían.

Un sábado cualquiera de primavera despertaron para desayunar.
Es escenario los atormentó.
El gato se había comido al canario. Una pluma amarilla asomaba de su hocico.

Con el cuchillo para untar, él mató al gato.
Con el vaso de la licuadora, ella lo mató a él.

Incompatibles... 





domingo

Desencuentro...

Escondió su rostro bajo la solapa y disimuló la flor que llevaba en su mano izquierda. 
Analizó cada cosa practicada frente al espejo y creyó que era lo correcto para decir en aquel encuentro.

Recordó las veces que la había invitado a tomar algo. Los no. 
Repasó aquella invitación de ella. El sí. 

...

Caminó medio escondido, como un ladrón. 
La tarde dormía ya sin sol.

Cruzó la esquina.

Ya allí, frente a la puerta volvió a repetir todo aquello que debía decir, sintió correr por sus venas sangre caliente, llena de valentía.

Un minuto, solo un minuto fue suficiente. 

Miró a su alrededor, nadie lo observaba.

Repentinamente dejó caer la flor, miró la luz de aquella ventana por unos segundos y volvió sobre sus pasos, marchándose.

Ya en su hábitat natural, su habitación de dos por tres, se sintió un verdadero cobarde. 

Esa noche lloró como quizás nunca lo había hecho.

Nunca más intento volver y nunca supo que, aquella noche, ella lo había esperado como quizás nunca lo había hecho.

                                                       Desencuentros, que le llaman.


lunes

De miedos y desamores



Fidel era un treintañero que vivía en una gran ciudad. De esas grandes de verdad. A simple vista un tipo normal que vivía solo, en un tres ambientes, y tenía un trabajo bien remunerado que le permitía vivir el mes completo, que no es poco.

Entre tanta normalidad, Fidel tenía una característica que lo hacía un tipo singular.

Fidel había perdido por completo el miedo.

Había perdido el miedo a todo. Dolor, muerte, vida, oscuridad, angustia, soledad. Nada le provocaba miedo.

Esta característica le permitía transitar por la vida con todo medianamente resuelto.

Pero Fidel estaba solo. No tenía con quién compartir esta ausencia de miedo.


Por eso Fidel salía de su casa al trabajo y, al finalizar su jornada laboral, recorría cines, bares y pubs buscando una mujer, la indicada, la que no tuviera miedo de su ausencia de miedo.

Conocía a muchas con las que tuvo relaciones furtivas, cargadas de pasión y sin nada de amor. 

En su haber había mujeres casadas, divorciadas, solteras.
Mujeres lindas, feas,altas, bajas, flacas y gordas.
Muchachas inteligentes, tontas, alegres, deprimidas.

Muchas de ellas corrían despavoridas al conocer la singularidad de Fidel. Más de una se atacaba de los nervios.

Un día Fidel, en un bar, conoció a Inés. Era la única mujer en el lugar. 
Fidel, sin miedo al rechazo, se acercó. Así, comenzaron por tomar una cerveza y compartir porciones de sus vidas.

Fidel decidió, por un tiempo, ocultarle a Inés su falta de miedo. No quería espantarla. Le gustaba demasiado su boca, su hablar, sus pechos que siempre asomaban tímidamente. Le gustaba Inés. Toda, desde adentro hacia afuera.

Luego los encuentros se hicieron cotidianos, placenteros, extraordinarios.

Pasaron día, semanas, meses. Roces, sexo, pasión. Deportes extremos, caminatas eternas. Buenos sabores, aromas. 

A Fidel se le estremecía el cuerpo cada vez que la veía. Su piel se transformaba al tocarla. Fidel se había enamorado de Inés.

Y un día azul, Fidel,  decidió confesarle a Inés su particularidad. 

Prudentemente, con las palabras pensadas y repensadas durante meses, con su discurso terminado la medianoche anterior, Fidel le habló a Inés.

Con precisión y delicadeza le contó de su imposibilidad de sentir miedo, a todo, y que más allá de eso que lo hacía sentir tan fuerte e indestructible, le declaró que la quería con él,  para siempre.

Entonces, Inés habló, con más cautela todavía. Con un discurso sin demasiado preparativo, sin eufemismos, ni sinónimos inútiles.

Y le confesó a Fidel su singularidad. 

Inés le reveló a Fidel su imposibilidad de sentir amor. No amaba a nadie, a nada. Caminaba por la vida sin amor propio ni ajeno. 

Y un abismo se abrió para Fidel en el exacto momento en que comenzó, a sus treinta y pico de años, a sentir miedo. 


Miedo al desamor...





                                                                                                   

jueves

Historias


Si no tenés historias para contarle a tus hijos, a tus sobrinos,
                   a tus amigos, a tus amores, a tus amantes,  a cualquiera, da lo mismo que para vos el mundo se acabe mañana, 
                                                                 pasado o cualquier día. 

Porque las historias llenan encuentros. 
Porque las historias completan nuestro existir.
Porque las historias despiertan el alma. 

Historias reales con pinceladas de ficción... 
Historias alegres, tristes, emocionantes, eróticas, desvergonzadas... 
Historias de la propia vida mezclada con la de seres ajenos... 

Porque esta bendita humanidad está hecha de historias de vida... 

De ese grupo de palabras encadenadas
                                              que se originan en el centro del pecho
                                 y recorren el cuerpo 
para luego salir saboreadas por nuestras bocas..

Si la historias de otros no te llegan, 
                              si tus historias no son contadas... 
Si llenaste tu vida de historias de otros, sin generar las propias... inútil es que te conmueva la sola posibilidad que el mundo se acabe... 


"Los científicos dicen que estamos hechos de átomos 
pero a mi un pajarito me contó que estamos hechos de historias" dice mi amigo personal Eduardo Galeano