lunes

De miedos y desamores



Fidel era un treintañero que vivía en una gran ciudad. De esas grandes de verdad. A simple vista un tipo normal que vivía solo, en un tres ambientes, y tenía un trabajo bien remunerado que le permitía vivir el mes completo, que no es poco.

Entre tanta normalidad, Fidel tenía una característica que lo hacía un tipo singular.

Fidel había perdido por completo el miedo.

Había perdido el miedo a todo. Dolor, muerte, vida, oscuridad, angustia, soledad. Nada le provocaba miedo.

Esta característica le permitía transitar por la vida con todo medianamente resuelto.

Pero Fidel estaba solo. No tenía con quién compartir esta ausencia de miedo.


Por eso Fidel salía de su casa al trabajo y, al finalizar su jornada laboral, recorría cines, bares y pubs buscando una mujer, la indicada, la que no tuviera miedo de su ausencia de miedo.

Conocía a muchas con las que tuvo relaciones furtivas, cargadas de pasión y sin nada de amor. 

En su haber había mujeres casadas, divorciadas, solteras.
Mujeres lindas, feas,altas, bajas, flacas y gordas.
Muchachas inteligentes, tontas, alegres, deprimidas.

Muchas de ellas corrían despavoridas al conocer la singularidad de Fidel. Más de una se atacaba de los nervios.

Un día Fidel, en un bar, conoció a Inés. Era la única mujer en el lugar. 
Fidel, sin miedo al rechazo, se acercó. Así, comenzaron por tomar una cerveza y compartir porciones de sus vidas.

Fidel decidió, por un tiempo, ocultarle a Inés su falta de miedo. No quería espantarla. Le gustaba demasiado su boca, su hablar, sus pechos que siempre asomaban tímidamente. Le gustaba Inés. Toda, desde adentro hacia afuera.

Luego los encuentros se hicieron cotidianos, placenteros, extraordinarios.

Pasaron día, semanas, meses. Roces, sexo, pasión. Deportes extremos, caminatas eternas. Buenos sabores, aromas. 

A Fidel se le estremecía el cuerpo cada vez que la veía. Su piel se transformaba al tocarla. Fidel se había enamorado de Inés.

Y un día azul, Fidel,  decidió confesarle a Inés su particularidad. 

Prudentemente, con las palabras pensadas y repensadas durante meses, con su discurso terminado la medianoche anterior, Fidel le habló a Inés.

Con precisión y delicadeza le contó de su imposibilidad de sentir miedo, a todo, y que más allá de eso que lo hacía sentir tan fuerte e indestructible, le declaró que la quería con él,  para siempre.

Entonces, Inés habló, con más cautela todavía. Con un discurso sin demasiado preparativo, sin eufemismos, ni sinónimos inútiles.

Y le confesó a Fidel su singularidad. 

Inés le reveló a Fidel su imposibilidad de sentir amor. No amaba a nadie, a nada. Caminaba por la vida sin amor propio ni ajeno. 

Y un abismo se abrió para Fidel en el exacto momento en que comenzó, a sus treinta y pico de años, a sentir miedo. 


Miedo al desamor...





                                                                                                   

jueves

PERDERSE...



Quiero perderme ... salir una tarde y perderme entre la gente... Perderme en mis lugares ...
Desaparecer por un instante .... 
y que nadie me extrañe 
y que nadie me busque
y que nadie me necesite ....


Perderme sin equipaje ... solo con mis puchos, mi música y yo...

                             aunque no estaría mal que yo me quedara.

martes




Abrir los ojos ... dejar penetrar la luz y los colores en todas sus gamas y dejarlos ... dejar que recorran todos los rincones, inclusive los más áridos ... aquellos en los cuales el gris se ha instalado cual amo y señor.

Abrir la boca... dejar salir todas las palabras que se exiliaron... decir lo que se siente y lo que nunca se sintió ... repartir palabras para todos y cada uno.

Abrir las manos ... dar y dar ... y dejarlas abiertas para recibir... sentir la piel de todos y cada uno... tocar la vida con la palma abierta, tan abierta que duele.

Abrir los oídos ... escuchar hasta al hartazgo a los queridos y bajarles el volumen a los que no lo son... dejar que las palabras de aliento recorran los rincones y actúen, cual curitas, en las heridas.

Reír hasta llorar en cataratas. 

Llorar hasta explotar en carcajadas.

jueves

Miradas...


Caminó desesperada por el pasillo. Ida y vuelta. Vuelta e ida. Entró a la habitación y la recorrió como gata enjaulada. Se arrinconó. En su cabeza retumbaban las palabras que él le había dicho esa tarde. “Vos no te vas. Pisando mi cadáver te vas a ir de esta casa”. 

Repentinamente recordó esa mañana. 

Apurada salió de su casa, se subió a su auto, giró la llave,  nada, volvió a intentarlo. Nada. Llegaba tarde. Se bajó del auto mientras mascullaba “tanto mercedes al pedo”. 
Entró a la casa. Buscó el teléfono. Marcó números de varias remiseras agendadas en  la puerta de la heladera. “Mierda, ocupado”. 

- “María!”, gritó.
- “Si señora”, respondió María.
- "Necesito irme ya, ¿en que viene usted a casa?”
- “En el 22 señora. Luego me subo al 18”. 
- “¿Y esos números podrán llevarme a mi trabajo?”. 
- “Son ómnibus señora y sólo tiene que subirse al 18”. 

Años sin subirse a un bondi. Hora pico. Parada. Su cartera Prüne demasiado a la moda para el ambiente. Fundamentalmente incómoda. Una mezcla ácida de perfumes y transpiración.  
Durante todo el trayecto molestó al chofer para que le indicara dónde bajar. 
El chofer ofuscado ante ella le gritó "Acá debe bajarse señora, por suerte!" 

Primer peldaño, una mirada extraña desde el fondo del colectivo. 
Segundo peldaño, la misma mirada, más profunda. 
Tercer peldaño, una mirada que giró hasta perderla. 

Esa mirada la mantuvo distraída durante casi todo el día.
Le penetró el cerebro, el cuerpo. Hacía años que no sentía algo así. Ese estremecer que cada tanto provoca espasmos que recorren todos los órganos.  La piel se eriza. Los pezones se endurecen. Las pupilas se pierden. El sexo late. 
Solo una mirada. De un tipo cualquiera en la última fila del bondi. 

Era el momento de irse. Levantó las valijas. Cruzó el pasillo. Se adentró en la sala. Abrió la puerta. Y recordó nuevamente sus palabras… “Vos no te vas. Pisando mi cadáver te vas a ir de esta casa”

Giró y caminó sobre su cuerpo tendido. Con su taco aguja penetró la herida y lo sintió moverse. “vos lo pediste cariño… vos lo tenés… sobre tu cadáver me voy” y levantó su otro pie poniendo todo el peso de su cuerpo en esa herida, girando su cuerpo como un destornillador, hasta sentirlo inmóvil. 

                                                                      Y partió. 

En busca de miradas que pudieran conmoverla. 

miércoles

Ésta vida...


Observando...

viendo como corre el maquillaje abundante de esos rostros

viendo como las máscaras se desvanecen

 y dejan al descubierto otras máscaras...


Agudizo mis sentidos...


para sentir que no es el final

para sentir que la vida no se escapa...







viernes

Alma mía...

Se abrió camino.
                    
                     Desplazó costillas, carne, piel y salió de su letargo. 

                                                                                                Se instaló en mí afuera. 


Primero palabras. Con serenidad y firmeza me planteó objetivos.

Me recordó los logros obtenidos y remarcó el por qué de los fracasos. Fue dura y clara. 

En su costado izquierdo fue acumulando, uno a uno, los buenos recuerdos. 
En el derecho depositó los malos. 

Los montoncitos eran similares en tamaño, en el brillo estaba la diferencia, unos brillaban los otros no... los mezcló con picardía y el brillo se destacó. 

Extendió su mano suave y tomó la mía.     
Despacio y con cuidado, comenzó a elevarme. 
                                          
En el ascenso desfilaban imágenes sin sentido, recuerdos atropellados, personajes oscuros, abandono, dolor, angustia, desprecio... 


Luego, luz. Contornos queridos, lugares preciados, rostros entrañables, alegrías compartidas, caricias, soledades deliciosas, amores, placeres...

Finalmente, en la orilla, ella abrazó con fuerza este cuerpo y desplazando piel, carne y costillas, volvió adentro. 

Mi adentro...

jueves

Juego interminable


Me acerco y se aleja

Me alejo y se acerca

                                  Histeria ilimitada

Lo ignoro y se preocupa

Me preocupo y me ignora

Le grito y me susurra

Le susurro y me grita


                                Histérica yo o histérico vos?
                                                                              los dos?

      Dejemos de jugar miedo ...
                        
                                                  estoy agotada...

martes

Mis noches...


Noctámbula
Acompañada de duendes, espectros y genios
trasnochados


Nocherniega
Despertando de descansos
atrasados


Noctívaga
Envidiada por dormidos
desganados

sábado

Volver...


En estos días he fumado más de lo habitual… mi espacios no son ni serán “libres de humo”.

La angustia se ha instalado… ese dolor que surge del medio del pecho, que asalta todo el 

cuerpo y por momentos lo paraliza.

No busco explicaciones a esta angustia porque cuando busco, encuentro más angustia… 

Hace demasiado tiempo me he sacado las caretas hechas para toda ocasión, he mudado de 

piel una y mil veces … 
                                        pero la angustia, la de ayer, la de hoy, no cambia... sigue ahí…


Quiero que vuelvan los colores, las pasiones cotidianas, los sentires a flor de piel … 

                   y me entrego, como siempre, con todo el cuerpo y toda el alma... 

                                  me entrego a los deseos, a los extremos.
                                                      
                                                             Me entrego a todo aquello que me hace sentir viva... 

Sacudo las manos, la cabeza... descalzo mis pies, los libero... camino descalza... 

                                                                         Comienzo a andar el camino de regreso,
                                          
                                                                                                                     hacia adentro,
                                                    
                                                                                                      a lo que era,
                                        
                                                                                                                     a lo que soy.