Se agota el cuerpo...
Se agota el cerebro...
Se agota el espíritu...
Que no se me agote la vida...
Algunas veces se me ocurren cosas... otras, el silencio se vuelve aterrador... de eso se trata...
sábado
Vivo en mi propio manicomio... rodeada de mi y de algún que otro incauto
Hay encuentros que potencian nuestras energías y nos dan alegría
los que las disminuyen y producen tristeza.
Cuando dos cuerpos se convienen entre sí, multiplican su potencia.
Y cuando no lo hacen se produce un mal encuentro,
semejante a una especie de envenenamiento
Vivo en mi propio manicomio... rodeada de mi y de algún que otro incauto
viernes
Llanto agridulce
Llanto irónico
Llanto desganado
Llanto disparador
Llanto silencioso
Llanto alegre
Llanto maldito
Llanto que carcome
lo que toca
Llanto que penetra
por el sitio inadecuado
Llanto de angustia
aún no reconocida
Salta, Argentina
Argentina
Vivo en mi propio manicomio... rodeada de mi y de algún que otro incauto
sábado
Y...
Primero fue un punto. Un punto seguido.
Quizás tres puntos...
Y él se cruzó. Y los poros de ella se abrieron.
Y cruzaron palabras escritas sin errores ortográficos.
Y llenaron los silencios con pensares. Y se conocieron.
Y se vieron. Y llenaron el silencio con palabras. Y se rieron. Y él abrió el alma. Y ella se permitió entrar. Y se miraron. Y se reconocieron. Y él no se atrevió. Y ella quiso salir. Y se rieron. Y él se atrevió. Y ella quiso quedarse. Y se rieron
Y fueron osados.
Y se besaron. Y se rozaron. Y fluyeron.
Y se salvaron de tanto pensarse.
Quizás no era hoy.
Quizás debió ser ayer.
Seguro será mañana.
Etiquetas:
palabras,
pasión. alma
Vivo en mi propio manicomio... rodeada de mi y de algún que otro incauto
Despertares
El mar que hace tanto no veo, huelo, toco y siento
Amanecí feliz. Esa felicidad que permite transportarte sin espacio ni tiempo.
Aproveché para transportarme a los lugares queridos, a mis
lugares
Me reuní con gente querida, mi gente de siempre, los de ahora, los de mañana.
Mis sabores y olores preferidos todavía me acompañan.
Y con esta sonrisa casi tatuada en mi cara me digo una y
otra vez:
- Espero no mal acostumbrarme
Vivo en mi propio manicomio... rodeada de mi y de algún que otro incauto
viernes
Vivo en mi propio manicomio... rodeada de mi y de algún que otro incauto
domingo
Desencuentro...
Escondió su rostro bajo la solapa y disimuló la flor que llevaba en su mano izquierda.
Analizó cada cosa practicada frente al espejo y creyó que era lo correcto para decir en aquel encuentro.
Recordó las veces que la había invitado a tomar algo. Los no.
Repasó aquella invitación de ella. El sí.
...
Caminó medio escondido, como un ladrón.
La tarde dormía ya sin sol.
Cruzó la esquina.
Ya allí, frente a la puerta volvió a repetir todo aquello que debía decir, sintió correr por sus venas sangre caliente, llena de valentía.
Un minuto, solo un minuto fue suficiente.
Miró a su alrededor, nadie lo observaba.
Repentinamente dejó caer la flor, miró la luz de aquella ventana por unos segundos y volvió sobre sus pasos, marchándose.
Ya en su hábitat natural, su habitación de dos por tres, se sintió un verdadero cobarde.
Esa noche lloró como quizás nunca lo había hecho.
Nunca más intento volver y nunca supo que, aquella noche, ella lo había esperado como quizás nunca lo había hecho.
Desencuentros, que le llaman.
Analizó cada cosa practicada frente al espejo y creyó que era lo correcto para decir en aquel encuentro.
Recordó las veces que la había invitado a tomar algo. Los no.
Repasó aquella invitación de ella. El sí.
...
Caminó medio escondido, como un ladrón.
La tarde dormía ya sin sol.
Cruzó la esquina.
Ya allí, frente a la puerta volvió a repetir todo aquello que debía decir, sintió correr por sus venas sangre caliente, llena de valentía.
Un minuto, solo un minuto fue suficiente.
Miró a su alrededor, nadie lo observaba.
Repentinamente dejó caer la flor, miró la luz de aquella ventana por unos segundos y volvió sobre sus pasos, marchándose.
Ya en su hábitat natural, su habitación de dos por tres, se sintió un verdadero cobarde.
Esa noche lloró como quizás nunca lo había hecho.
Nunca más intento volver y nunca supo que, aquella noche, ella lo había esperado como quizás nunca lo había hecho.
Desencuentros, que le llaman.
Vivo en mi propio manicomio... rodeada de mi y de algún que otro incauto
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