viernes

Sin palabras...


Protagonistas: Mujer muy joven con un pequeño niño en brazos y yo
Lugar del hecho: Semáforo en la esquina de Santiago del Estero y Virrey Toledo, Salta, Argentina
Situación: ella se acerca a la ventanilla de mi auto a pedirme dinero para leche. 

- Cuánto tiempo tiene? - le pregunto
- 8 meses - me contesta
- No tenés trabajo? 
- No, sino no pediría
- Es chiquita... en invierno va a ser muy difícil para ella... Qué sabés hacer? 
- Limpio muy bien..

                             (Me estaciono porque el semáforo da verde) 

- Pero siempre hay alguien que necesita una buena empleada...
- Si, pero no me contratan porque yo tengo una niña pequeña y les molesta que falte o la lleve
- Hagamos una cosa, yo necesito alguien en casa, podés venir con tu beba, no hay problema... te doy la dirección...
- ¿Cómo? - me pregunta - ¿cree usted que yo ando mendigando trabajo????????? - y se retira enojada, susurrando palabrotas... 


Nada pude decir... me dejó sin palabras

No entiendo, la verdad que no entiendo... desde cuando ofrecer trabajo se ha convertido en algo ofensivo para quien recibe la oferta? en algo despreciable, descalificante? ...

No entiendo... 

martes

Parte de mi...


Después de varios meses la ví aparecer. Entró, tiró su equipaje, se desparramó en el sillón.

Recorrió con su mirada los cambios en la sala y con un leve gesto los aprobó.

Luego sus ojos se clavaron en el nuevo cuadro adquirido y pasaron las horas.


La observé... su rostro, su cuerpo habían cambiado... no así su actitud...


De repente sentí dudas sobre aceptarla nuevamente en mi rincón...
                                                         dudas sobre su presencia, 

permanente o esporádica
sobre encontrarla cada tanto en algún espacio compartido.

Dudas sobre abrirle nuevamente mi adentro.
Este adentro que había estado adormecido, anestesiado, empastillado...


Pero mi vida no era vida así, sin esta conciencia de la muerte, no era vida... 

Sin esta angustia desesperada, no era vida...

Sin este oscuro costado que se había marchado hace tiempo, no era vida.


Y le abrí las puertas y las ventanas, para que se instale o desaparezca... me  acompañe o abandone
                              
                              cuando quiera ella...

                                                 y yo...
            

miércoles

Sentires



Un silencio puede más que mil palabras ....

A veces, las palabras se amontonan en la garganta, pujando por salir ... otras veces no ...

- Te quiero - dice ella

.... y el silencio ensordece ... y los grillos cantan ... y los sapos croan ... y las vacas mugen ... y ella quiere tragarse las palabras pero éstas ya están afuera y danzando con el viento se alejan para nunca más regresar...

Triste, pensarán algunos ... 
                 
                                          tristeza por aquellos que guardan un te quiero que no es propio.

martes

Vacío



Solo un paso fue decisivo ... 
un paso fatal, inesperado, doloroso, sin ganas, automático.

Un paso inevitable y el abismo.

Abismo que devela fantasmas, que abre mis sentidos a una realidad negada ...

Abandono, desprecio, dolor, lástima, impotencia, estupidez humana a granel, desgano, descontrol, soledad, incoherencias ...

No quiero llegar al fondo de este abismo ... quien lo conoce, entiende por qué no quiero... 

lunes

De miedos y desamores



Fidel era un treintañero que vivía en una gran ciudad. De esas grandes de verdad. A simple vista un tipo normal que vivía solo, en un tres ambientes, y tenía un trabajo bien remunerado que le permitía vivir el mes completo, que no es poco.

Entre tanta normalidad, Fidel tenía una característica que lo hacía un tipo singular.

Fidel había perdido por completo el miedo.

Había perdido el miedo a todo. Dolor, muerte, vida, oscuridad, angustia, soledad. Nada le provocaba miedo.

Esta característica le permitía transitar por la vida con todo medianamente resuelto.

Pero Fidel estaba solo. No tenía con quién compartir esta ausencia de miedo.


Por eso Fidel salía de su casa al trabajo y, al finalizar su jornada laboral, recorría cines, bares y pubs buscando una mujer, la indicada, la que no tuviera miedo de su ausencia de miedo.

Conocía a muchas con las que tuvo relaciones furtivas, cargadas de pasión y sin nada de amor. 

En su haber había mujeres casadas, divorciadas, solteras.
Mujeres lindas, feas,altas, bajas, flacas y gordas.
Muchachas inteligentes, tontas, alegres, deprimidas.

Muchas de ellas corrían despavoridas al conocer la singularidad de Fidel. Más de una se atacaba de los nervios.

Un día Fidel, en un bar, conoció a Inés. Era la única mujer en el lugar. 
Fidel, sin miedo al rechazo, se acercó. Así, comenzaron por tomar una cerveza y compartir porciones de sus vidas.

Fidel decidió, por un tiempo, ocultarle a Inés su falta de miedo. No quería espantarla. Le gustaba demasiado su boca, su hablar, sus pechos que siempre asomaban tímidamente. Le gustaba Inés. Toda, desde adentro hacia afuera.

Luego los encuentros se hicieron cotidianos, placenteros, extraordinarios.

Pasaron día, semanas, meses. Roces, sexo, pasión. Deportes extremos, caminatas eternas. Buenos sabores, aromas. 

A Fidel se le estremecía el cuerpo cada vez que la veía. Su piel se transformaba al tocarla. Fidel se había enamorado de Inés.

Y un día azul, Fidel,  decidió confesarle a Inés su particularidad. 

Prudentemente, con las palabras pensadas y repensadas durante meses, con su discurso terminado la medianoche anterior, Fidel le habló a Inés.

Con precisión y delicadeza le contó de su imposibilidad de sentir miedo, a todo, y que más allá de eso que lo hacía sentir tan fuerte e indestructible, le declaró que la quería con él,  para siempre.

Entonces, Inés habló, con más cautela todavía. Con un discurso sin demasiado preparativo, sin eufemismos, ni sinónimos inútiles.

Y le confesó a Fidel su singularidad. 

Inés le reveló a Fidel su imposibilidad de sentir amor. No amaba a nadie, a nada. Caminaba por la vida sin amor propio ni ajeno. 

Y un abismo se abrió para Fidel en el exacto momento en que comenzó, a sus treinta y pico de años, a sentir miedo. 


Miedo al desamor...





                                                                                                   

jueves

PERDERSE...



Quiero perderme ... salir una tarde y perderme entre la gente... Perderme en mis lugares ...
Desaparecer por un instante .... 
y que nadie me extrañe 
y que nadie me busque
y que nadie me necesite ....


Perderme sin equipaje ... solo con mis puchos, mi música y yo...

                             aunque no estaría mal que yo me quedara.

martes




Abrir los ojos ... dejar penetrar la luz y los colores en todas sus gamas y dejarlos ... dejar que recorran todos los rincones, inclusive los más áridos ... aquellos en los cuales el gris se ha instalado cual amo y señor.

Abrir la boca... dejar salir todas las palabras que se exiliaron... decir lo que se siente y lo que nunca se sintió ... repartir palabras para todos y cada uno.

Abrir las manos ... dar y dar ... y dejarlas abiertas para recibir... sentir la piel de todos y cada uno... tocar la vida con la palma abierta, tan abierta que duele.

Abrir los oídos ... escuchar hasta al hartazgo a los queridos y bajarles el volumen a los que no lo son... dejar que las palabras de aliento recorran los rincones y actúen, cual curitas, en las heridas.

Reír hasta llorar en cataratas. 

Llorar hasta explotar en carcajadas.