martes

Cayendo...



Sombrío terreno. Demonios terribles que acorralan y cubren las salidas.

El juego comenzó y las piezas, una a una, van cayendo al abismo más profundo.
                     
                                                                              No tocan fondo, tampoco emergen.

Paredes teñidas de incertidumbre se convierten en morada transitoria.

                     Las fuerzas se acaban para dar batalla.

                                                                    Los brazos se adormecen, las piernas se encallecen…


Deseo de calma. Deseo de aquietar el alma.




Tienen el control de ese cuerpo 
Lo despojan de  piernas, brazos, narices, 
párpados, labios, pómulos

Le retienen los sentidos, uno a uno

no dejan que huela el aroma de los verdes, 
que escuche la música de la tormenta de verano,
que roce los pies del elegido,
que vea las estrellas que caen castigadas a la tierra
que saboree los besos amargos de la despedida
no quieren que escape del dolor,
                     del martirio, de la angustia

Retienen ese cuerpo que se escapa
                                  Despojado



miércoles

...


Con el rostro empapado de lluvia
                (también del alma)
explorando los cortejos fúnebres
indagando en los obituarios
escarbando lápidas
                               no se encuentra

viernes

Ya no...



Caminando entre otros con mi yo a cuestas
                                 Miles de rostros aparentando ser otros rostros

Anónimo yo

La tierra se abre
El cielo se abre
                                 una mano cautelosa desenmascara


Ya no otros ...
Ya no yo...

      Solo cuerpos flácidos 
                    
                                                sin alma

domingo

Nos invaden...



Por fuera
Cuerdos señores de manos en bolsillo
Juiciosos, reflexivos, sesudos

Equilibrados

Pálidas señoras de miradas casta
Formales, reservadas, esquivas

Centradas

Por dentro
Oscuros, turbios, sombríos, enlutados

Van y vienen

           Nos invaden

viernes

Sin palabras...


Protagonistas: Mujer muy joven con un pequeño niño en brazos y yo
Lugar del hecho: Semáforo en la esquina de Santiago del Estero y Virrey Toledo, Salta, Argentina
Situación: ella se acerca a la ventanilla de mi auto a pedirme dinero para leche. 

- Cuánto tiempo tiene? - le pregunto
- 8 meses - me contesta
- No tenés trabajo? 
- No, sino no pediría
- Es chiquita... en invierno va a ser muy difícil para ella... Qué sabés hacer? 
- Limpio muy bien..

                             (Me estaciono porque el semáforo da verde) 

- Pero siempre hay alguien que necesita una buena empleada...
- Si, pero no me contratan porque yo tengo una niña pequeña y les molesta que falte o la lleve
- Hagamos una cosa, yo necesito alguien en casa, podés venir con tu beba, no hay problema... te doy la dirección...
- ¿Cómo? - me pregunta - ¿cree usted que yo ando mendigando trabajo????????? - y se retira enojada, susurrando palabrotas... 


Nada pude decir... me dejó sin palabras

No entiendo, la verdad que no entiendo... desde cuando ofrecer trabajo se ha convertido en algo ofensivo para quien recibe la oferta? en algo despreciable, descalificante? ...

No entiendo... 

martes

Parte de mi...


Después de varios meses la ví aparecer. Entró, tiró su equipaje, se desparramó en el sillón.

Recorrió con su mirada los cambios en la sala y con un leve gesto los aprobó.

Luego sus ojos se clavaron en el nuevo cuadro adquirido y pasaron las horas.


La observé... su rostro, su cuerpo habían cambiado... no así su actitud...


De repente sentí dudas sobre aceptarla nuevamente en mi rincón...
                                                         dudas sobre su presencia, 

permanente o esporádica
sobre encontrarla cada tanto en algún espacio compartido.

Dudas sobre abrirle nuevamente mi adentro.
Este adentro que había estado adormecido, anestesiado, empastillado...


Pero mi vida no era vida así, sin esta conciencia de la muerte, no era vida... 

Sin esta angustia desesperada, no era vida...

Sin este oscuro costado que se había marchado hace tiempo, no era vida.


Y le abrí las puertas y las ventanas, para que se instale o desaparezca... me  acompañe o abandone
                              
                              cuando quiera ella...

                                                 y yo...